sábado, 30 de junio de 2007

OBRAS MAESTRAS (CRÍTICAS SABERIUS)

Durante la conferencia "Testamentos Fílmicos", en el Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes, Domenech Font revisó el "canto del cisne" o últimas obras de las grandes figuras inmortales que muestran, a modo de testamento, gran parte de los enigmas y claves que han encerrado sus películas a lo largo del siglo pasado: las últimas imágenes de Buñuel, Truffaut, Wilder, Oliveira, Welles, Dreyer o Tarkovski. El ciclo se completó con un coloquio en el Cine Estudio con Domenech Font, al que asistió SABERIUS y con el que tuvo la oportunidad de intercambiar una serie de conocimientos y preguntas con respecto a las últimas obras o creaciones a título póstumo de los mencionados cineastas, y otros no incluídos.
De acuerdo con una parte de las opiniones y planteamientos vertidos por Domenech SABERIUS ha decidido reunir en esta página las críticas cinematográficas que ha publicado a lo largo de su oficio como crítico en diferentes medios de comunicación en lo que reconoce como Obras Maestras del Séptimo Arte, y que aparecerán publicados a lo largo (que no a lo ancho) de este blog.





"LA HUELLA" ("SLEUTH")

LA SUBLIME COMPLICIDAD DEL JUEGO

GRAN BRETAÑA-EEUU. 1972.
DIRECTOR: Joseph Leo Mankiewicz. GUIONISTA: Anthony Schaffer, según su obra teatral homónima. PRODUCCIÓN: Morton Gottlieb. FOTOGRAFÍA: Oswald Morris. MÚSICA: John Addison. DECORADOS: John Jarvis. DIRECCIÓN ARTÍSTICA: Peter Lamont. INTÉRPRETES: Laurence Olivier, Michael Cane.



SINOPSIS: Sir Andrew Wyke (Lawrence Olivier), autor de novelas de misterio de éxito, al estilo de Agatha Christie, ganador del premio Edgar Allan Poe de novelas detectivescas gracias al desarrollo de un personaje central de reconocida calidad literaria, el egregio detective Lord Melidou, invita a su mansión al reciente vecino Milo Tindle (Michael Cane), un antiguo peluquero de origen italiano, hombre hecho a sí mismo que deja traslucir un cierto complejo de perdedor que ha procurado vencer durante sus últimos años al prosperar dentro de su misma generación de italianos tradicionalistas al margen de las convenciones y superando al predominante estilo británico georgiano, mediante una afortunada dedicación al negocio de los centros de belleza. El personaje de Wyke simboliza el lado más oscuro del espíritu aristocrático, aquel lord arribista que hace valer su propia condición mediante la humillación, burla y sumisión de otros nuevos ricos que consideran intrusos en su propia clase social. A esto se añade su nueva condición de amante de Margarita, la mujer de Sir Andrew. Y aquí comienzan las propuestas y juegos sádicos de Sir Andrew, que le propone simular el robo de sus propias joyas para irse con Margarita mientras él cobra el dinero del seguro, algo que en teoría beneficia a ambos.
Milo decide aceptar mientras adopta el disfraz de Joey el Payaso, con el que pretende pasar inadvertido, tan sólo para observar cómo mediante aquella vil y vejatoria estratagema Sir andrew le anuncia que se trata tan sólo de un montaje para poder acabar con su vida "en flagrante delito" y, a pesar de sus súplicas, Andrew aprieta el gatillo...
La mansión del escritor se encuentra repleta de muñecos autómatas de cera que magnifican la grotesca atmósfera que caracteriza la trama, como el jocoso "Jack El Marinero Jovial", ávido de corear los pérfidos juegos sado-masoquistas de su amo, el busto de Poe sobre la repisa de la chimenea, testigo mudo e inerte y homenaje oblicuo a este genio de la novela de misterio, el platillero, el pianista febril ("non e l'oro tutto que scintilla") que nos hace ver una vez más que no confiemos en las apariencias ni mucho menos en los reveses y miserias que alberga el alma humana.
Andrew recibe la visita del inspector Doppler, un sujeto que bien podría estar sacado de sus propias novelas, escrupuloso y metódico hasta la exasperación, lo que le llevará a acumular las pruebas necesarias para poder acusar a Andrew del asesinato de Milo. Éste afirma hasta la desesperación que tan sólo se trataba de un inocente juego y que disparó sobre su rival sin bala en el cargador únicamente para asustarlo, pero ante el peso de las múltiples evidencias, comienza a preocuparse y, temiendo lo peor, termina igualmente mancillado por el propio detective quien, tras deshacerse de su máscara, se revela como el propio Milo, que ha regresado para vengarse de su vergonzosa afrenta moral. Además le confiesa que ha matado a Lea, la amante de Andrew, y que ha escondido pruebas que lo incriminan en el interior de su mansión. Tan sólo dispone de quince minutos para encontrarlas antes de que aparezca la policía. Sin aliento y a punto de fracasar, Andrew sospecha que se trata de una nueva burla de Milo, que ha acudido allí con la única intención de recoger el abrigo de Margarita para huir con ella y decide acabar con él realmente, cayendo en la cuenta demasiado tarde de la llegada de un coche patrulla. Sir Andrew permanece petrificado en medio de su colección de muñecos autómatas que ahora ríen, danzan, aplauden y baten platillos con un ensordecedor estruendo hasta ahora desconocido...


Incuestionable obra maestra tanto en la filmografía del reputado realizador Mankiewicz como en el género de intriga policíaca, articulada en torno a la ironía, la sutileza e inteligencia emanada de los diálogos que componen ese erudito guión cuya autoría corresponde al dramaturgo de excepción Anthony Schaffer, autor del que Hitchcock adaptó otra obra suya para realizar un nuevo "canto del cisne": "Frenesí". "Un divertimento cínico y civilizado, un duelo refinado donde los epigramas sociológicos decoran el despecho amoroso", ante todo, "La huella" propone una ácida y lúcida visión en torno al juego con todas sus vertientes: la del lenguaje (en sus juegos de palabras, adivinanzas, alusiones, registros diversos según la extracción social, los interrogantes, los ingeniosos diálogos), los trucos (encarnados en los muñecos burlones mecánicos, la ruleta que marca el destino, la diana que esonde una caja fuerte, el disfraz, el arma trucada y el arma de fuego real) y el divertimento (juegos de mesa, billares, juguetes musicales, instrumentos que interpretan temas como "Anything Goes" de Cole Porter, que sumistran pistas importantes para el esclarecimiento del juego vengador que replantea Tindle a Wyke).
El juego es a la vez entendido como la principal arma arrojadiza de la aristocracia (experta en su manejo por cualificación y práctica) contra la clase trabajadora que se contempla como arribista (y que no sólo es capaz de presentar un digno oponente sino que además logra dominar las reglas y abatir al adversario con ventaja).
Un magnífico "tour de force" interpretativo tiene lugar entre dos de los más destacados actores de orígen británico: por una parte Lawrence Olivier, con sus cadencias teatrales, el dominio de la palabra y de la experesión corporal y la ostentación de ese porte aristrocrático que siempre le caracterizó y, por otra parte, un Michael Cane en la cumbre de su carrera, que da vida al advenedizo, ambicioso y rampante pequeño empresario con ansias de un veloz ascenso social que culmina seduciendo a la mujer del aristócrata. Precisamente esta pugna amorosa se convertirá en el detonante capaz de desencadenar toda una serie de tragedias de trampa y cartón, dando pie al conocimiento del pasado que marcó a cada personaje, con sus frustraciones, implícitas intenciones y explícitas acusaciones. Y además las armas las carga el diablo que llevamos dentro...

Sin duda se trata de una de las obras maestras de Mankiewicz y de una de las más grandes obras cinematográficas de todos los tiempos dentro de un nuevo género que posibilita el acercamiento entre el género policíaco británico tradicional con el "revival" del cine negro americano sobre un tapiz en el que se vislumbra igualmente un cierto trasfondo social donde se plasma la lucha de clases y la venganza nacida de la propia humillación.

Si bien de la película han nacido nuevas polémicas cabe destacar la consideración de Domenech Font de película atípica de Mankiewicz al "no servir como referencia clave, ya que no aglutina parte de sus temas esenciales, tratándose quizás de una película de encargo", de cuya apreciación en cierta forma se distancia N.T. Binth al afirmar que "el inventario de sus temas fetiches está aquí tan al completo que incita a catalogarlo. Seguramente las tres cuartas partes del glosario de su filmografía podrían contener extractos de "La huella". Aunque no sea él quien firma ni la obra original ni el guión, la mayoría de las aportaciones de Mankiewicz al trabajo de Schaffer es vital: así, la idea de hacer de Milo un hijo de inmigrantes italianos, la utilización de autómatas en la casa de Andrew, las bufonadas de Milo en traje de payaso y sobre todo el jardín laberinto, en el que Andrew inventa ante el dictáfono las peripecias de su próxima novela. Su propia concepción de la vida como un teatro va más allá que en "Mujeres en Venecia" (donde había una escalera pintada en frente de una verdadera), el decorado no es más que un montón de metáforas que deben ser descifradas, desde el sótano, en el que una rejilla y luego los barrotes de una rampa indican la prisión que le espera a Andrew Wyke (al más puro estilo del cine negro americano), hasta el dormitorio en el que se debe "pagar" para entrar, resumen de la sorprendente venalidad de Milo y de la impotencia de Andrew. La Arlesiana, burlonamente bautizada Margo Channing en los créditos, está aun más presente que Addie Ross en "Carta a tres esposas": una sonrisa lanzada sobre el retrato de Margarita parece recordarnos que su modelo (Joanne Woodward) ganó un Óscar por "Las tres caras de Eva" (1957), de Nunnally Johnson, y que pensó en ella para Cleopatra. "La huella", última molienda del duelo según Mankiewicz (duelo amoroso, social, económico y, finalmente, mortal), cuyas luchas verbales no llegan a la amargura, es el brillante testamento de un aristócrata exiliado de Hollywood."






"BREAKDOWN"
La consistencia de una obra maestra

NACIONALIDAD: E.E.U.U. AÑO DE PRODUCCIÓN: 1997.

FICHA TÉCNICA: Director: Jonathan Mostow. Guión: Jonathan Mostow y Sam Montgomery. Diseño de producción: Victoria Paul. Fotografía: Doug Millsome. Música: Basil Poledouris.

FICHA ARTÍSTICA: Intérpretes: Kurt Russell, Kathleen Quinlan, J.T. Walsh, Jack Noseworthy.



SINOPSIS: El coche de una pareja que viaja por el suroeste de Estados Unidos sufre una avería en una carretera desierta. Un camionero se ofrece a llevar a la mujer a un restaurante cercano mientras él espera en la furgoneta. Pero cuando él llega al restaurante nadie ha visto a su mujer...

Difícilmente podíamos encontrar en la cartelera de aquél verano de 1997 un "thriller" en clave de "road movie" con la perfección técnica y artística y el ritmo sostenido de Breakdown...
Partiendo de una sencilla historia del propio Jonathan Mostow con aportaciones inestimables de Sam Montgomery y una esmerada, efectiva y nada grandilocuente producción de la casa De Laurentiis -por extraño que parezca, ya que sin duda se nos muestra como rara avis dentro de la filmografía que lleva el sello de sus producciones-, Breakdown se puede catalogar sin vacilaciones como una de las pequeñas joyas que ha ofrecido el subgénero de la "road movie", con credenciales y linaje de verdadero género cinematográfico en el país norteamericano, quizá sólo igualada por otras obras inmortales del mismo como El diablo sobre ruedas, Carretera al infierno o Thelma y Louise (que a su vez seguían la estela de las míticas Detour o Easy Rider).
Las grandes virtudes de su guión estriban en la capacidad de construir nuevas situaciones cada vez más complejas a partir de un planteamiento convencional y por su extraordinaria verosimilitud, al estilo de las mejores narraciones espontáneas adaptadas de guiones propios o ajenos de John Huston, la agilidad mantenida y el frenesí secuencial de un Sam Peckimpah y la astucia resolutiva de las mejores películas de acción de la nueva era marcada por French Connection (Friedkin no sólo era un maestro del nuevo cine de terror surgido a partir de los años setenta sino también uno de los mejores expertos en la filmación de las complejas secuencias de persecuciones automovilísticas, patrimonio casi exclusivo del cine estadounidense hasta la época de los años noventa).
La evocación de los míticos títulos mencionados no resulta gratuita: se deja entrever con la presencia del mal en el interior de los grandes camiones que surcan las interminables carreteras perdidas de los estados fronterizos estadounidenses con sus extensas llanuras semidesérticas, la dudosa fiabilidad de algunas apariencias excesivamente amigables, la doblez psicológica de los personajes más entrañables como espejismos en medio de un desierto físico y emocional y la estimulación del instinto de supervivencia, el ingenio o el sentimiento de venganza que surge en el interior del ser humano expuesto a las situaciones límite.
Estas circunstancias delirantes generalmente se producen en un estado de calma chicha (como bien describían los grandes dramaturgos Eugène O'Neill o Tennesse Williams), bajo un calor de justicia, en zonas inhóspitas, soportando temperaturas extremas, cuando los sentidos de la percepción renuncian a gran parte de sus facultades provocando inicialmente la confusión y desorientación del individuo o víctima propiciatoria que se encuentra abocado, en su desesperación, a adoptar medidas de última hora (recordemos a tal punto la legendaria Perros de paja del mencionado Peckimpah); donde la maldad nacida de la codicia o del deseo puede aparecer tras la mirada cómplice de un personaje con piel de cordero amigo, en el momento más insospechado, como una chispa que desencadena la inminencia de una catástrofe...
Uno de los principales vértices temáticos que da sentido y solidez a la película es precisamente el engaño de lo aparente, que lleva a los villanos a cometer su felonía impunemente mientras el ingenuo protagonista entrega a su esposa confiado por la supuesta benevolencia de un camionero que ofrece su ayuda en medio del erial.
A partir de entonces la acción experimenta un inusitado ascenso y una impecable dosificación del "tempo" narrativo como maniobras orquestales en las que colabora una excepcional labor de montaje, la soberbia banda sonora de Basil Polidouris y una cuidada dirección de fotografía de Doug Milsome profusa en tonos ocres, pardos y rojizos, lo que a su vez incrementa el suspense en el espectador y complementa a uno de los más brillantes trabajos interpretativos que se recuerdan en la extensa y desigual carrera de Kurt Russell.




"HISTORIA DE UN POBRE HOMBRE"
De las miserias morales y materiales


NACIONALIDAD: ITALIA. AÑO DE PRODUCCIÓN: 1997.

FICHA TÉCNICA: Director: Ettore Scola. Guión: Ettore y Silvia Scola, Giacommo Scarpelli. Productores: Franco Commiteri, Luciano Ricceri. Fotografía: Franco Di Giacomo. Música: Armando Trovaioli.

FICHA ARTÍSTICA: Intérpretes: Alberto Sordi, Rolando Ravello, Isabella Ferrari, Andre Dussolier.



SINOPSIS: Esta es la historia de dos hombres desgraciados: uno lo es porque no tiene dinero, el otro, porque tiene que vivir con una mujer insoportable. Ninguno de los dos encuentra solución a su problema hasta que hacen un pacto: el primero matará a la esposa del segundo a cambio de una cantidad de dinero.

Extraordinario filme de un ya legendario Ettore Scola que en su última producción logra mantener ese difícil registro realista, costumbrista, de rabiosa actualidad y sin concesión alguna a la comercialidad en una obra que mantiene la tónica y constantes del realizador de las memorables e intimistas Splendor o La familia.
La historia de este pobre y joven individuo es la historia de millones de jóvenes de todo el mundo: eternos licenciados en paro que viven de una pequeña pensión cobrada por su familia y desesperanzados ante una situación que no parece admitir cambio alguno a pesar del paso del tiempo y de haber partido con su mejor voluntad para afrontarla.
Scola imprime a cada una de las imágenes un sello característico en el retrato de esa miseria disimulada a causa de las convenciones sociales, en la plasmación del clima sofocante que se respira dentro del bloque de edificios de un barrio deprimido, hábitat y caldo de cultivo natural para tipos de torva catadura como ese vecino (magistralmente interpretado por un Alberto Sordi en plenas facultades) abrumado y manipulado por la personalidad egocéntrica y tirana de una esposa con ilimitadas ambiciones y el deseo de permanecer ajena a su propia realidad, a expensas de las consecuencias que sus acciones conllevan, una vez perdido ya todo su atractivo y capacidad de seducción (como si se tratara de una Gloria Swanson de los suburbios romanos).
Esta situación alimenta hasta límites desconocidos los inicialmente inexistentes instintos asesinos del personaje de Sordi, lo que le conduce a la maquinación de una mezquina estrategia para terminar con la existencia de su consorte sin dejar rastro, un plan supuestamente infalible para el que necesita cómplices y, sobre todo, cabezas de turco, servidas en bandeja entre los seres anónimos y desesperanzados como el licenciado descrito al inicio de la película.
Al más puro estilo del neorrealismo italiano, en lo que pudiera parecer una actualización o continuación del mismo, aunque sin solución de continuidad por las evidentes diferencias entre ambos contextos históricos, la película avanza como una historia aparentemente anodina a través de cuyo engranaje el espectador comienza a percibir el peso específico de un genuino personaje central: ese joven humilde, honesto, cada vez más desesperado, que no acierta a comprender lo que sucede a su alrededor, envuelto en un nihilismo absoluto una vez perdidas todas las ilusiones por alcanzar un trabajo digno y mantener una cierta sensación de orgullo y dignidad ante la vida y entre todos los que le aprecian, llegando incluso a la negación de la vivencia más hermosa que en sus circunstancias la vida puede ofrecerle: la relación con una inteligente joven universitaria que alberga intensos sentimientos amorosos hacia él. Esta negación llega marcada por esa incapacidad para afrontarla con unos mínimos de dignidad.
Una vez expuesta la trama Scola nos transmite la misma incertidumbre que asola a los personajes centrales y que comienza a discurrir por derroteros insospechados, difícilmente imaginables aunque ciertamente probables debido a las complicaciones que la imagen social de la pobreza conlleva, manteniéndonos en un suspense no desvelado hasta la misma conclusión, provista de una investigación plagada de dudas, sinrazones, confusión, en lo que nada resulta lo que parecía ser y la versión auténtica de los hechos se manifiesta como la menos creíble. La pantalla de una lámpara simboliza y sirve de transición en el relato de cada una de las hipótesis: un hallazgo estético-narrativo sin parangón que pese a todo apenas logra iluminar una decisión final coherente y lúcida.
La asombrosa verosimilitud que arroja tanto la historia narrada como todas y cada una de las interpretaciones, así como su acertado tratamiento, convierten al filme de Scola en una insustituible lección de cine bajo la privilegiada batuta de uno de los indiscutibles maestros del cine italiano contemporáneo.




"EL OGRO"
La fantasía del horror


NACIONALIDAD: ALEMANIA, GRAN BRETAÑA, FRANCIA, POLONIA.
AÑO DE PRODUCCIÓN: 1997.

FICHA TÉCNICA: Director: Volker Schlöndorff. Guión: Jean-Claude Carrière y Volker Schöndorff, a partir de una novela de Michel Tournier. Diseño de producción: Ezio Frigerio. Fotografía: Bruno de Keyzer. Música: Michael Nyman. Montaje: Nicolas Gaster.

FICHA ARTÍSTICA: Intérpretes: John Malkovich, Armin Mueller-Stahl, Gottfried John, Marianne Sägebrecht, Volker Spengler, Heino Ferch.



SINOPSIS: Abel Tiffauges es un hombre ingenuo e introvertido que se identifica mucho más con los niños que con los adultos. Siempre se consideró un ser prodigioso y fatídico, incluso de niño. Aunque creció sin padres y sin cariño en un internado francés durante los años 20, siempre, desde su más temprana edad, estuvo convencido de que le esperaba un gran destino. Años más tarde, Abel vive como mecánico en las afueras de París. Sólo se relaciona con niños, animales y unos cuantos marginados. Sospechoso de un intento de agresión sexual a una niña, el destino vuelve a hacerse cargo de él: el inicio de la Segunda Guerra Mundial le salva de la cárcel. Debe servir a su país y se ve obligado a marchar al frente siendo hecho prisionero por los nazis. Como prisionero de guerra es conducido al este de Prusia. Seducido por el poder y la estética nazi, vive su condena como una liberación, mientras que para los demás prisioneros aquello es un exilio trágico. El Mariscal de Campo Hermann Göring le incorpora a su pabellón de caza. Abel lo acompaña a la caza del ciervo, del jabalí y el alce, hasta que la batalla de Stalingrado acaba con la fastuosa vida de Göring en el este. Pero para Abel no es más que una etapa en la realización de su extraordinario destino, la Ciudadela de Kaltenborn, donde 400 alumnos, entre 12 y 16 años, son entrenados para formar parte de la futura élite del Reich. Abel cuida de los jóvenes, de sus días y de sus noches, les ayuda en sus temerarios ejercicios y en sus entrenamientos con los cañones antiaéreos y los bazookas. De sus excursiones a las aisladas aldeas, Abel trae niños a la escuela de élite. El, al que los niños aman, los captura para el castillo como un ogro. Un día, Abel tropieza con un pequeño judío escapado de un campo de concentración y lo lleva al castillo.

Hay filmes que trascienden la catalogación genérica para habitar una cima superior sólo reservada a las más ricas experiencias artísticas. Volker Schlöndorff, con su última película, se interna en el secreto y mágico territorio del cuento fantástico reconstruyendo la época que más conmocionó a la historia de la humanidad y relatando una íntima y sencilla parábola de suave lectura con visos de cuento gótico.
Cualquier cinéfilo argumentaría sobre la imposibilidad de lograr esta triple carambola sin que una de las partes resulte perjudicada. El realizador francés Louis Malle, recientemente fallecido, a quien Schlöndorff dedica su película, rubricó un extraordinario filme como Adiós muchachos, de extraña belleza y estética nostálgica, provista de una atmósfera mucho más sobria merced a una ambientación extremadamente realista. Spielberg profundizó en la temática del holocausto desde una perspectiva decididamente hiperrealista que nos transfería directamente, casi sin pudor, las imágenes que todos recordábamos, como si se tratara de una invasión a nuestra propia intimidad documental.
Schlöndorff llega repleto de fascinantes propuestas visuales que incluyen imágenes en blanco y negro para narrar la infancia del protagonista, grandiosas localizaciones, secuencias coloristas e incluso efectos visuales que acompañan al relato de la juventud y madurez del pese a todo inocente personaje protagonista.
Con el apoyo de un espléndido guión de Jean-Claude Carrière (antiguo colaborador de Luis Buñuel) sobre la novela original de Michel Tournier que trata de la admiración que un ser incomprendido siente hacia los niños, y que en realidad no es otra cosa más que la prolongación de su propia infancia, el realizador alemán coordina una coproducción polémica, debido a una voz narrativa que describe placenteramente un internado donde se prepara física e ideológicamente a las juventudes nazis, materializada por un Abel ajeno a todas aquellas realidades, forzado a su colaboración con Goering, mano derecha de Hitler, cuyas tendencias megalómanas y destructivas se manifiestan a través de las especies cazadas en un verdadero holocausto animal. De esta forma la producción se puede comprender igualmente como un auténtico canto ecológico en contra del sacrificio igualmente pernicioso de los animales que nos conduce directamente hacia una definitiva parábola: la del niño sobre los hombros de Abel, conocido como el ogro, que de esta forma terminará expiando los posibles males de su pasado cuando su inocencia e ingenuidad ya lo habían redimido de todo mal.




"EL OTRO LADO DE LA VIDA"
En un lugar no muy lejano

NACIONALIDAD: E.E.U.U. AÑO DE PRODUCCIÓN: 1996.
FICHA TÉCNICA: Director y guionista: Billy Bob Thornton. Diseño de producción: Clark Hunter. Fotografía: Barry Markowitz. Música: Daniel Lanois.
FICHA ARTÍSTICA: Intérpretes: Billy Bob Thornton, Dwight Yoakan, J.T.Walsh, John Ritter, Lucas Black.

Exquisito ejercicio de estilo y profundo canto en torno a la soledad e incomprensión humanas bajo la personal visión de un Billy Bob Thornton tan comprometido con el proyecto que ha terminado haciéndose cargo del guión, la dirección y el papel principal, al más puro estilo de los antiguos maestros y artesanos como Chaplin, Keaton, Welles o Woody Allen.


SINOPSIS: Después de muchos años de reclusión por homicidio, Karl Childers, un retrasado mental bonachón, sale de un centro psiquiátrico y se propone empezar una nueva vida.

El otro lado de la vida no sólo nos habla de la marginación que sienten los disminuidos psíquicos y de su dificultad para integrarse en la sociedad, es la narración de una importante parte de la historia norteamericana, la que se escribió a mano, con letra pequeña, tan sólo reflejada en los cuadernos de notas, como el diario íntimo de Karl, un ser humano muy especial considerado por la sociedad como un retrasado y que comienza su inserción con la mejor voluntad y en busca de una única conquista, la de su dignidad humana.
La película también propone un recorrido por las modestas y escondidas localidades de esa América profunda y, por extensión, nos conduce hacia la exploración de las "psiques" de algunos de sus desconfiados pobladores, ajenos al sentir del americano convencional pero alejados también de los individuos que apenas gozan de aceptación y se encuentran solos, olvidados y discriminados, y que en el filme se hallan encarnados por Linda, una mujer que debe rehacer su vida tras el suicidio de su marido junto a un hombre alcohólico, con tendencias agresivas y continuos cambios de carácter contra los que él mismo desea luchar día tras día; un niño que encuentra en Karl al sustituto de su padre, a ese amigo que nunca tuvo y Vaughan, homosexual, protector de Linda y su hijo, lleno de amor para compartir y despreciado a veces por el acompañante de Linda.
Cada uno de estos personajes se encuentra en las antípodas del maniqueísmo: ni Linda corresponde al patrón de lo que pudiéramos considerar una mujer maltratada, ya que lucha al lado de su pareja por la superación de esos primitivos instintos que a veces le dominan, ni su compañero cumple con el perfil del maltratador, puesto que es consciente de las lacras de su comportamiento y de la necesidad de abandonar esos arrebatos, ni su hijo puede ser considerado como un chico abandonado por la ruptura de una pareja desestructurada, ya que el amor que su madre le profesa es latente y aflora en numerosas ocasiones, ni Karl se adscribe al rol de individuo completamente marginado, ya que encuentra en la admiración que el chico le profesa una razón más para sentirse valorado en su existencia a todas luces olvidada, y el propio chico puede sustituir con Karl el vacío dejado por su padre, y dada la personalidad de Karl, este cambio indudablemente resulta ventajoso para él, ni si quiera Vaghan resulta al fin y al cabo tan lastimado como en un principio pudiera parecer, a pesar de los desprecios ocasionales y celos que inspira en el acompañante de Linda, ya que finalmente resulta integrado y forma parte fundamental de ese sólido círculo de amistades que componen los personajes descritos, propios de ese característico tejido humano o material sensible del que se nutre toda comunidad: por pequeña y olvidada que estas puedan parecer sin duda de ellas se nutren y componen el más amplio mosaico de nuestra sociedad...
Por esta misma razón la película es un alegato a favor del afecto y de la propia inteligencia humana para la resolución de los conflictos que en ocasiones se presentan, a pesar de los traumas que puedan arrastrar o interponerse en sus dañadas psicologías. En definitiva la honestidad de cada individuo se halla en la base de la resolución de sus propios conflictos, lejos de la fácil manipulación que a veces puede ejercer el supuesto o pretendido olvido de sus familiares responsables o la consabida "marginación social".
Una cuidada fotografía sin excesivos alardes esteticistas, una dura iluminación para los interiores, destacando las sombras y, por ende, el siniestro carácter que al principio del filme algunos personajes parecen mostrar, y una realista ambientación con preferencia por los lugares convencionales y por los espacios relegados de la memoria amenizan esos prolongados planos en los que se escuchan las más íntimas narraciones, preocupaciones, obsesiones, recuerdos o experiencias traumáticas de cada personaje.
Por todo esto y por la poesía destilada en cada encuadre, crepúsculo, confesión, anécdota o curiosidad El otro lado de la vida nos acerca de forma honesta y verosímil a esa realidad que casi siempre obviamos o decidimos ignorar.

















"FUEGO"
La sociedad oriental a revisión

NACIONALIDAD: INDIA. AÑO DE PRODUCCIÓN: 1996.
FICHA TÉCNICA: Directora y guionista: Deepa Mehta. Productora: Anne Masson. Fotografía: Gilles Nuttgens. Música: A.R. Rahman.
FICHA ARTÍSTICA: Intérpretes: Shabana Azmi, Nandita Das, Kulbushan Kharabanda.



SINOPSIS: Ashok lleva casado 15 años con Rahda, que es la que lleva el peso del negocio familiar y se ha convertido en el alma de la casa. Con ellos viven la madre y el hermano del marido en aparente armonía. Pero la entrada en el clan de Sita, la joven esposa de su cuñado, revolucionará el entorno de Rahda.

Primera obra de la conocida trilogía de Mehta, a la que seguirían "Tierra" (1998) y "Agua" (2005). En su último y más premiado filme la directora hindú Deepa Mehta realiza con mano maestra un retrato de la familia hindú con sus tradiciones, rituales y jerarquía, utilizada a su vez a modo de metáfora que refleja las etapas por las que un país tan complejo como la India ha ido atravesando a lo largo del tiempo.
En la ciudad de Nueva Delhi abundan los contrastes: es una puerta abierta a Occidente y al progreso material y una ventana hacia la importación de los nuevos usos y costumbres o modas importadas, un lugar de tránsito en el que cohabita lo antiguo y lo moderno, la sociedad oriental y occidental, la orientación espiritual y material, donde las diferentes fuerzas entran en conflicto.
Al igual que Nueva Delhi la película de Deppa Mehta posee numerosos cruces de caminos, entramados callejeros o emocionales en los que se entremezclan la crisis de la familia frente a la necesidad de libertad de los jóvenes, la emancipación de la mujer y el cuestionamiento de su papel dentro de la familia y de la sociedad, enterrando para siempre los atributos que la habían definido desde antaño: el autosacrificio y la devoción absoluta bajo la supuesta sabiduría, fuerza y poder masculina.
No obstante el verdadero tema principal que a todas luces se vislumbra en medio de todas las encrucijadas se manifiesta mediante la desgraciada historia de Sita y Rhada, en medio de una situación que ambas se preocupan por cambiar y que desemboca en un sutil y lúcido estudio en torno al deseo y a sus diversas manifestaciones, a las pasiones frustradas, las obsesiones, las amargas aspiraciones, las vidas secretas o el aislamiento humano.
Y el desenlace reviste ese aire de tragedia griega, con la presencia definitiva del fuego, el calor y la luz, la energía interior desprendida por los personajes femeninos que termina ganando terreno, imponiéndose por encima de sus respectivos dramas personales y de su odisea por la supervivencia su sus sentimientos y emociones en un entorno abrumadoramente hostil que posee una iluminación pobre, entre la penumbra y el contraluz, una semioscuridad preponderante en sus vidas, muy a su pesar, que no obstante permite descubrir rendijas, grietas, zonas de luz cálida repletas de esperanza...
Muy recomendable película independiente que propone un estudio sociológico, psicológico, antropológico y pasional en torno a la transformación de Oriente.













"THE PILLOW BOOK"
La letra encarnada


NACIONALIDAD: GRAN BRETAÑA, HOLANDA, FRANCIA.
AÑO DE PRODUCCIÓN: 1997.

FICHA TÉCNICA: Director y guionista: Peter Greenaway. Productor: Kees Kasander. Montaje: Chris Wyatt y Peter Greenaway. Fotografía: Sacha Vierny.

FICHA ARTÍSTICA: Intérpretes:Vivan Wy, Ewan McGregor, Yoshi Oida, Ken Ogata, Hideko Yoshida, Judy Ongg.



SINOPSIS: En Kyoto, en los años 70, un anciano calígrafo escribe con gran delicadeza una felicitación en la cara de su hija el día de su cumpleaños. Cuando se hace mayor, Nagiko recuerda emocionada aquel regalo, y busca al amante-calígrafo ideal que utilice todo su cuerpo como una hoja en blanco....

El actual experimento visual y narrativo de Peter Greenaway de nuevo nos deja boquiabiertos: con una forma de filmar pictórica y preciosista el realizador británico destapa de nuevo el tarro de sus esencias recreando a la manera oriental y con una agudísima intuición la intimista historia de dos amantes con un final próximo a la tragedia shakesperiana.
Como trasfondo la necesidad de escribir sobre los cuerpos en un momento en que la letra impresa sobre papel amenaza el entorno ecológico. Realizada de forma completamente artesanal The Pillow Book se desgrana mediante innovadoras imágenes superpuestas que anticipan otros momentos de la acción, acontecimientos paralelos o diferentes perspectivas, como si se tratara de ilustraciones escritas encima de otras, como un metafórico e infinito juego de espejos en este caso traslúcidos.
Sin renunciar a temas tan personales como los juegos de la infancia, las series numéricas, las estructuras repetitivas, a veces ayudadas por el talento gemelo de Michael Nyman, el cuerpo humano y las relaciones interpersonales con visos de enajenación, Peter Greenaway consigue redefinir una vez más las coordinadas de su universo privado a través de una escrupulosa ambientación escénica en la que prima un exquisito gusto por los objetos y fetiches, una fotografía capaz de combinar la diversidad de la gama cromática con los espacios habitados por las proyecciones, recortes, sombras móviles y transparencias.
La película destila a su vez un ritmo variopinto y multiforme, como si del nuevo hermanamiento entre Oriente y Occidente se tratara: por una parte, la historia avanza con pulso casi frenético (en un fiel retrato de su dureza abrupta).